Tuesday, December 19, 2017

EL TLCAN, TEJAS, LA COMPETITIVIDAD Y EL OCEANO AZUL

El TLCAN, Tejas, La Competitividad, y 

El Oceano Azul

(Artículo publicado en 2008, pero muy relevante en el 2017 con las negociaciones del TLCAN 2.0)

En el Mexico de los últimos años, la gran interrogante ha sido el gran desaprovechamiento por el sector privado de prácticamente todos los acuerdos comerciales que ha negociado el país, con la importante excepción del tratado irónicamente más vilipendiado de todos, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (“TLCAN”). Para fines de éste artículo, la importancia de hablar de exportaciones radicará en que al exportar, las empresas necesariamente se vuelven más competitivas para cumplir con las exigencias de calidad, precios, logística, etc. que les imponen los mercados internacionales; al volverse más competitivas se torna más factible competir con éxito en otros mercados, incluyendo el mercado interno. La pregunta a responder, entonces, será:

¿Han las empresas mexicanas desaprovechado una oportunidad inédita para consolidar su competitividad?

Para llegar a la respuesta, resulta que el caso del estado de Tejas de los Estados Unidos es particularmente iluminante como marco de referencia. Tejas es un estado equidistante tanto de Toronto como de la Ciudad de México, el cual ha aprovechado cabalmente la plataforma del TLCAN para convertirse en el exportador No.1 de los Estados Unidos, abarcando un impresionante 14% de todas las ventas al extranjero de ese país.


De hecho, no obstante sus otros problemas financieros, en el 2007, Estados Unidos en general realizó exportaciones históricas. Produjo $13.8 trillones de productos y servicios, de los cuales $1.64 trillones – 11.7% -- se exportaron, representando un incremento de 61% comparado con el 2003. De esa cifra, Tejas solito exportó un total de $168.2 mmdd, un aumento de $70 mmdd sobre los $98.8 mmdd exportados en 2003, o sea, un 70% más.


Lo insólito es que las exportaciones Tejanas se han dirigido a 221 destinos extranjeros. México definitivamente ha sido el mercado más grande para Tejas, recibiendo $56.0 mmdd del total en 2007. Sin embargo, a pesar de que esas exportaciones fueron mayores que las exportaciones totales mundiales de todos los demás estados de la unión americana, salvo California, Nueva York y Washington, México de todas maneras sólo fue el destino de 33% de las exportaciones Tejanas. Después de México, Tejas le exportó $16.8 mmdd al Canadá, $8.3 mmdd a China, $5.6 mmdd a Corea del Sur y $5.3 mmdd a Holanda.

Todo esto gracias en un inicio al TLCAN. Estudios de las Reservas Federal de Dallas y Saint Louis de los Estados Unidos, han concluido que, inclusive excluyendo el éxito del programa de las maquiladoras mexicanas, el crecimiento en las exportaciones de Tejas se ha debido al estímulo del TLCAN, ayudando al estado a incrementar sus exportaciones a Latinoamérica en un 17%, a Europa en un 15% y a Asia en un 13% de 1988 al 2000 – sin todos los demás acuerdos comerciales internacionales con los cuenta México.

Resulta que frente al reto de la apertura económica del TLCAN, la planta productiva – no el gobierno – de Tejas se reorganizó consistente con la teoría de las ventajas comparativas. Las exportaciones de las industrias intensivas en capital y conocimiento – como lo son, la electrónica, químicos, equipo de transporte y maquinaria industrial – recibieron un fuerte ímpetu, mientras que las exportaciones de industrias intensivas en mano de obra, como por ejemplo, las de la industria de la madera y la industria mueblera, se fueron a la baja. La gradual eliminación de barreras al comercio impulsó a las empresas Tejanas a volverse más competitivas, bajando costos, en muchos casos incorporando insumos más baratos provenientes de México. También el “know-how” que desarrollaron a raíz de exportar sus productos a México y al Canadá, les sirvió de base para penetrar a los mercados de Europa y Asia, entre otros.

En otras palabras, las empresas Tejanas no se mantuvieron estáticas e impávidas ante el TLCAN, sino que se movieron, re-organizándose con una actitud proactiva para ser más competitivas.

A primeras luces, el caso mexicano se pudiese comparar bastante favorablemente al de Tejas. En 2007, del flujo total del comercio exterior de México con los Estados Unidos, $347,340.30 mmdd, $210,799.0 mmdd fueron exportaciones de México hacia ese país -- comparados con los $39,917.5 mmdd de 1993[1]. En el mismo 2007, México le exportó al Canadá $16.1 mmdd con un superávit a su favor de $8.1 mmdd. Eso representó un aumento de $1.4 mmdd comparado con la cifra del 2006, convirtiendo a México en el tercer proveedor de ese país.

Cierto, históricamente las exportaciones mexicanas a Norteamérica han representado un extremadamente alto porcentaje del total de las exportaciones mexicanas. En 2007, representaron un galopante 84.51% del total (86.82% en 2006) – 82.12% fluyendo nada más a los Estados Unidos. Sin embargo, si uno excluye los esquemas de “production sharing” entre empresas americanas y sus filiales mexicanas, eso no necesariamente significa que ese flujo se haya dado por fácil; los Estados Unidos son un mercado que presenta un alto nivel de complejidad al ser un país federalista y, además de leyes federales, hay que cumplir con las leyes de cada estado de la unión.

Además, el 2007 también vio un incremento del 32% de las exportaciones a la Unión Europea -- $15 mmdd, una cifra histórica para México. Las exportaciones mexicanas al Asia en el 2007 también subieron: $7,598,845 miles de dólares, comparadas con las del 2006 de $6,385,545 miles de dólares. De hecho, los flujos comerciales de México han subido dramáticamente con prácticamente todos los países con los cuales ha suscrito tratados de libre comercio:

En general, las exportaciones de México pasaron de representar el 1.4% de las exportaciones mundiales a representar el 2.6% veinte años más tarde – y en el sector agrícola, México ha estado en los primeros 5 lugares al nivel mundial en productos frescos y procesados. Ante ese panorama, se podría decir que México también ha aprovechado su inserción al mercado global para afinar su competitividad internacional. Inclusive, la transformación comercial de México ha sido descrita como una de las grandes historias de éxito en América Latina[2].

¿Entonces porqué persiste la percepción de que las empresas mexicanas no han aprovechado mejor los acuerdos comerciales del país? Algunos apuntan a la falta de diversificación de las exportaciones, al dirigirse hasta el 90% a la zona del TLCAN. Sin embargo, los destinos de exportación son cuestiones de decisiones realizadas por empresas privadas – el gobierno no puede ni debe forzar a ninguna empresa siquiera a exportar, ni escogerle los destinos; puede abrir mercados, sugerir, apoyar y promover, más solamente cada empresa conoce a profundidad sus productos y sólo ella puede determinar si quiere exportar y a donde. Si por las razones que sean, la gran mayoría de las empresas han determinado que les reditúa más exportar a los Estados Unidos y Canadá que a otros destinos y asumir el riesgo de no diversificar sus exportaciones, pues para bien o para mal, es muy su decisión. De eso se trata una economía de mercado libre y abierto.

Otros apuntan a los saldos deficitarios con muchos de nuestros socios comerciales, exceptuando a Norteamérica con la cual contamos con un superávit importante, $74.2 mmdd: el tercero más alto del mundo. Sin embargo, acorde a economistas, déficits no necesariamente son malos, sobre todo si las importaciones en cuestión son de bienes intermedios que contribuyen a la competitividad de las empresas. En el caso de México aproximadamente 70% de las importaciones han efectivamente sido de bienes intermedios.

La respuesta a la pregunta postulada, entonces, pudiese más bien radicar en el hecho de que el universo de empresas netamente mexicanas que han venido participando en las exportaciones, necesita ampliarse.

Una inspección pormenorizada de las cifras de exportación de México, puntualiza que en el 2006 las maquiladoras fueron responsables del 43%-45% de las exportaciones de México; acorde a la Secretaría de Economía, en años previos, la participación de las maquiladoras en las exportaciones mexicanas ha inclusive excedido el 50%. Dicho de otra manera, en el 2006, la mitad de las exportaciones del país corrió a cuenta de aproximadamente 2,810 empresas. Las empresas son mayoritariamente de capital extranjero, especialmente americano, aunque en la actualidad se aprecia una mayor diversificación. Todo lo cual no demerita, sino que recalca el papel importante que han jugado las maquiladoras en la economía mexicana, sobre todo cuando uno considera que son grandes generadoras de empleo, empleando a más de 1,200,000 personas. El punto es simplemente que no son empresas netamente mexicanas, con las implicaciones que ese hecho tiene sobre la competitividad del resto del universo de las empresas mexicanas.

Acorde al INEGI, en el 2003 en México existían tres millones, cinco mil establecimientos que empleaban a un poco mas de 16 millones de personas. El 95% eran y siguen siendo micro, pequeñas y medianas empresas. De esas tres millones y pico de empresas, sólo un número reducido se han dedicado a la exportación: en el 2005, existían sólo 37,344 empresas exportadoras. Tejas fincó su competitividad exportadora en un solo tratado, mientras que México cuenta con 11 más tratados, 6 ACEs y 23 APPRIS. Por ende, México definitivamente cuenta con un gran acervo en materia de comercio exterior que pudiese usar para consolidar su competitividad interna. Sin embargo, dado el posible universo de empresas que pudiesen incurrir en el comercio exterior, en términos prácticos muy pocas empresas mexicanas han aprovechado inclusive al TLCAN para volverse más competitivas para exportar a ese y otros destinos. En otras palabras, la respuesta a la pregunta de inicio es, si: la mayoría de las empresas mexicanas en efecto estan desaprovechando una enorme oportunidad para fortalecer su competitividad.

¿Cuál ha sido el problema de fondo en México? Los rezagos que aún persisten de la gran pasividad de la sociedad mexicana. Existen excepciones muy honrosas y con altibajos se han dado avances importantes en el rubro; no obstante, lamentablemente, el venir de una economía y de una sociedad cerradas donde el gobierno todo ha dictado y dado, y donde el corporativismo se ha impuesto a cualquier expresión personal, desafortunadamente ha dejado a la sociedad mexicana con un legado de una gran pasividad e impasibilidad ante los retos a encarar. Siempre ha habido que estar a la espera de la “línea” dictada de arriba, con un verdadero temor a destacar o tomar cualquier iniciativa propia. En materia de competencia, se ha apreciado al mercado interno como uno de dimensiones finitas, estático, donde se compite por cada espacio como si fuera un juego de suma cero: para tener hay que quitar. Ese problema se ha manifestado en particular en el poco respeto que ha existido en cuanto a la propiedad intelectual.

Todo lo cual es llanamente anti-competitivo – tanto para el mercado interno como para el mercado de exportación. La competitividad se finca en movimiento, en el dinamismo de la iniciativa propia desde el individuo, pasando por la empresa, y llegando hasta el país. Se requiere de un afán de superación, de querer ser más eficientes y productivos, de ser sensibles ante las necesidades de otros, de responder con civilidad y cortesía en tiempo y forma a clientes y a ciudadanos, de querer destacar, de tener un sentido de aventura. Se requiere de flexibilidad y una capacidad de respuesta expedita ante los cambios bruscos de la globalización. Se requiere salir a buscar las oportunidades, no esperar a que éstas se presenten a la puerta en charola de plata. Se requiere ser audaces, creativos, añadir valor, investigar, y expandir el mercado; y se requiere respetar la propiedad y la contribución de otros.

Y así llegamos al Oceano Azul.

Existen dos visiones sobre la manera de competir: la del “océano rojo” y la del “océano azul”. El “océano rojo” se refiere al tipo de competencia ruda que causa que se derrame la sangre (por eso se llama oceano rojo). En cambio, la estrategia del “océano azul” implica una creación de un espacio totalmente nuevo, uno que trasciende la competencia. O sea, el oceano azul es una estrategia donde el único límite es la imaginación. Eso presupone un mercado dinámico de infinitas posibilidades donde uno crea nichos nuevos donde aun no existe competencia alguna. Un ejemplo perfecto del océano azul en acción fue Apple Computer y la visión de Steve Jobs de poner una computadora personal en todos los escritorios, cuando ni siquiera existía una computadora personal como tal.

Obviamente para que funcione el océano azul se requiere de aún mayor movimiento. Se requiere tener la mente abierta a todas las posibilidades, teniendo una visión de lo que puede ser – y luego hay que ser muy movido, y sobre todo muy perseverante para convertir esa visión en una realidad.

Si lo que se pretende es que más empresas mexicanas no sólo aprovechen los acuerdos comerciales negociados, sino que en general se vuelvan más competitivas para sobrevivir los embates de la globalización en su propio mercado interno, hay que empezar por realizar cambios radicales en su visión empresarial. No hay que sólo conformarse con subsistir en un mundo limitado por una visión medio-apocalíptica, sino que hay que expandir el horizonte y ser mucho más proactivos en la búsqueda de nuevas oportunidades. Mientras que hay que estar concientes de la competencia que implica el océano rojo y encararla, a la par habría que navegar en el océano azul. Así lo hicieron las empresas de Texas y los resultados estan a la vista de todos.

¿Cómo cambiar las costumbres de décadas hacia lo competitivo? Yo ya lo he dicho antes y muchos otros también ya lo han dicho: a través de la educación y la capacitación. Estamos hablando de una educación entendida desde su visión más amplia e integral desde la cuna: empezando por la familia, pasando por los recintos académicos (públicos y privados), los deportes, la televisión, el Internet, inclusive la religión y las empresas mismas a través de asesoría para los altos directivos y programas de capacitación para los empleados. Todos se tendrían que confabular para crear ciudadanos pensantes, analíticos, intelectualmente curiosos, arrojados y valerosos. Todos los “milagros” económicos – el celta, los tigres asiáticos, India y China, entre otros – todos han partido de una mejora exponencial en la educación de sus ciudadanos. Y es que simplemente no hay de otra. Decálogos para la competitividad y esfuerzos similares definitivamente son pasos en la dirección correcta; sin embargo, necesitan ir acompañados por un cambio fundamental en actitud y estado mental de la sociedad mexicana, para que los avances en materia de competitividad sean verdaderamente significativos y se aprovechen mejor las oportunidades.

En cuanto a las empresas, es muy grato ver despegarse una mayor cultura de la consultoría desde el sector privado; la inversión en asesoría y capacitación bien valdrá la pena para ayudar a las empresas transitar con éxito hacia una gestión más acorde los tiempos.

-Fin-

La Dra. Aldape es abogada empresarial internacional egresada de la Escuela de Leyes de Stanford. Estudió, vivió y trabajó por 28 años en el area del Silicon Valley en California. Ha asesorado a una amplia gama de empresas de todos los tamaños, giros y nacionalidades en una extensa lista de asuntos empresariales, incluyendo transacciones transfronterizas; en 1994 fue nominada “Entrepreneur of the Year”. Como Líder de Opinión de California participó muy activamente en la campaña para ratificar al NAFTA en el Congreso americano, incluyendo sesiones de estrategia de la Casa Blanca. Al concluir la campaña, la Casa Blanca le solicitó redactar el “The White House Plan to Implement the NAFTA”. En México ha fungido como la Vice Coordinadora de la COECE -- el organismo que representó a todo el sector privado mexicano en las negociaciones comerciales internacionales del país ya concluidas. 
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[1] Fuente: : U.S. Census Bureau, Foreign Trade Division, Data Dissemination Branch, Washington, D.C. 20233; la cifra Canadiense es que el Comercio entre México y los Estados Unidos durante el 2007 llegó a $351,369 mdd
[2] Mexico: The Great Transformation, Jorge Santiso, 2007 MIT Press

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